miércoles, 25 de junio de 2014

Poder y Violencia en Los niños perdidos

En la obra de Laila Ripoll “Los niños perdidos” encontramos signos de violencia desde el principio de la obra, ya que están Lázaro y Marqués en el desván cuando empiezan a pelearse y Lázaro lo amenaza con romperle el brazo si Marqués no retira lo que ha dicho:

LÁZARO ¡Retíralo!
MARQUÉS ¡No quiero!
LÁZARO ¡Que lo retires!
MARQUÉS ¡No me da la gana!
LÁZARO ¡Retíralo o te parto el brazo!
MARQUÉS Lo retiro, lo retiro...

Ahí no termina la cosa, ya que después siguen discutiendo ambos porque Lázaro imita a Marqués y a él no le gusta. Al final de la obra es cuando se produce el momento de más violencia, que es cuando se descubre el fin de la trama. Sin embargo durante la obra nos encontramos signos de violencia tales como la amenaza: “LÁZARO: ¡Como sigas comiendo te rompo las patas!”, o cuando están discutiendo sobre quien va a mirar si la monja ha traio leche, Lázaro vuelve a amenazar, pero esta vez a Cuca. Toda la obra es así con amenazas y con miedo de los chicos hacia la monja y hacia ellos mismos.

Como he dicho antes el poder máximo de violencia llega al final de la obra cuando se descubre que en verdad la monja no existe, pero existió y solo uno de los niños está vivo, porque a los demás los mató la monja, a uno tirándolo por la ventan y a otros dos a golpes, las voces son las que nos revelan todos:

LAS VOCES: ¿Qué hacéis aquí, escorias? ¡No me des más golpes! ¡Que me lleva el aire! ¡Rojo!, ¡hijo de Satanás! ¡Castigados! ¡No le pegues más! ¡Apártate, miseria! ¡Que me lleva el aire! ¡No le pegues, que le matas! ¡El aire! ¡Le has matado! ¡Desgraciados, inmundicias! ¡No me des más golpes! ¡Abrid esa puerta! ¡Castigados, castigados, castigados, castigados...! La puerta está cerrada con llave. ¡Mamaíta, que me he roto! ¿Quién tiene la llave? Tres niños muertos; ¡tres niños muertos...!


En la obra la que tienes más poder es sin duda la monja ciega, ya que cada vez que sale asusta a los niños, la que los insulta, la que los humilla y finalmente se descubre que es la que mata a tres de ellos. Entre los niños, el que tiene el poder es Lázaro porque es el que parece ser más grande y más fuerte de los cuatro.


Poder y Violencia en La Paz Perpetua

La violencia en “La paz perpetua” viene determinada por Odín, el perro duro y mercenario. Él mismo sabe que es una máquina capaz de hacer cualquier cosa con tal de salir victorioso. No le caen bien los otros dos competidores porque son más reflexivos y no tan atacantes. Sin embargo, también existe algo de violencia en John-John, ya que a él no le gusta que le molesten su espacio, y cuando al principio están en el lugar oscuro, Odín lo desafía y parece que va a empezar una pelea que se interrumpe:

JOHN-JOHN Voy a contar hasta tres. Luego voy a limpiar mi zona. Voy a sacar de mi zona toda la basura que encuentre.
ODÍN tatarea la música.
JOHN-JOHN Uno. Dos. Tres
Exhibe los colmillos. ODÍN le enseña los suyos, esperándolo. JOHN-JOHN va a saltar sobre ODÍN cuando se abre una de las puertas...

Aunque esta es la primera escena en la que ambos se pelean, no es la última, durante la obra John-John y Odín se pelean más veces porque se pican unos a otros.
Enmanuel no se salva de la violencia, él no es un perro violento. Sin embargo, sí ha vivido un momento de crueldad y violencia. Cuando estaba trabajando de perro guía con Isabel, una muchacha ciega. Un día estalló una bomba en la cual Isabel murió, y Enmanuel se siente mal porque no pudo detectarla. Al final, la violencia es la que se impone, el Humano trata de convencer a Enmanuel de que sea violento que no se tan pacífico que con eso no gana nada, que tiene que ser con John-John y Odín. Sin embargo este no renuncia a sus ideales, los defiende tanto que al final es atacado por los otros dos y acaba muerto.


El poder claramente lo tiene el collar blanco que los hace de la brigada de K7, por ese collar los tres perros están dispuestos a enfrentarse unos con otros y a dar lo mejor de ellos.


Poder y Violencia en Bodas de Sangre

El poder y la violencia son dos de los temas importantes que podemos ver reflejados en la obra de García Lorca Bodas de Sangre.

La violencia se puede ver encarnada en la obra, más bien al principio cuando la madre está hablando con el novio y está contando que su marido y su otro hijo fueron matados en la guerra y también al final de la obra, en el que mueren Leonardo y el novio.
MADRE.-Todo lo que puede cortar el cuerpo de un hombre. Un hombre hermoso, con su flor en la boca, que sale a las viñas o va a sus olivos propios, porque son de él, heredados...
NOVIO.-(Bajando la cabeza) Calle usted.
MADRE.- ... y ese hombre no vuelve. O si vuelve es para ponerle una palma encima o un plato de sal gorda para que no se hinche. No sé cómo te atreves a llevar una navaja en tu cuerpo, ni cómo yo dejo a la serpiente dentro del arcón.

Los símbolos influyen también bastante en la violencia de la obra, puestos que casi todos están relacionados con la muerte. El cuchillo, por ejemplo, es un símbolo de muerte y amenaza y está presente en casi toda la obra, como navaja o puñal. En el fragmento anterior la madre le echa esa bronca, por así decirlo, a su hijo por pedirle una navaja para cortar las uvas. La mendiga que que directamente simboliza la muerte y por último la luna. La luna es el símbolo más importante de la obra de Lorca, tanto que llega a convertirse en personaje propio de la obra. Se podría considerar como la muerte, pero más bien es la mensajera de ella y además de todo esto es imposible escapar de ella.
LUNA.­
Pero que tarden mucho en morir. Que la sangre
me ponga entre los dedos su delicado silbo.
¡Mira que ya mis valles de ceniza despiertan
en ansia de esta fuente de chorro estremecido!

El poder en bodas de sangre no reside en ninguno de los personajes, más bien se podría decir que son la muerte reflejada en la mendiga y la luna, su mensajera, las que tienen el poder sobre los personajes.

LUNA.-
Ya se acercan.
Unos por la cañada y otros por el río.
Voy a alumbrar las piedras. ¿Qué necesitas?
MENDIGA.
Nada.
LUNA.
El aire va llegando duro, con doble filo.
MENDIGA.
Ilumina el chaleco y aparta los botones,
que después las navajas ya saben el camino.

También se puede añadir que el cuchillo también tiene su poder en los personajes, en algunos más que en otro como es el caso de la de la madre del novio, pero lo que causa es miedo, pero aún así tiene su influencia.


domingo, 18 de mayo de 2014

Símbolos en Bodas de Sangre

Los símbolos que podemos encontrar en la obra de García Lorca son bastantes. Sin embargo, en esta entrada nos centraremos en cuatro: el caballo, el agua, la luna y el cuchillo.

Comencemos con el caballo. El caballo representa la virilidad, el sexo y la pasión, en la obra se relaciona con Leonardo, que es a su vez causante y víctima del conflicto de la obra. Muchas veces los símbolos están conectado en la obra, por ejemplo el agua que es símbolo de muerte, está relacionada con el caballo en la primera nana que aparece en el acto primero, cuadro segundo:

SUEGRA.- Nana, niño, nana del caballo grande que no quiso el agua. El agua era 
negra dentro de las ramas. Cuando llega al puente se detiene y canta. ¿Quién 
dirá, mi niño, lo que tiene el agua, con su larga cola por su verde sala? 
MUJER.- (Bajo) Duérmete clavel, Que el caballo no quiere beber. 

Que el caballo no quiera beber del agua implica que no quiere morir. Sin embargo más adelante en la obra, encontramos una nueva nana en la cual el caballo sí decide beber del agua, por tanto la pasión, que es lo que representa, se impone a la muerte. En realidad lo que esta nana anticipa es el final, con la huida de la novia y Leonardo, que los llevará a la muerte. Aquí podemos incluir el cuchillo, que en la obra aparece de diferentes formas (puñal, navaja), pero siempre es la misma referencia a un arma blanca. El cuchillo lo que provoca en los personajes, sobre todo en la madre del Novio, es miedo y odio, ya que esta perdió a su marido y a otro hijo.
Estos tres símbolos (cuchillo, caballo y agua) nos llevan a la misma solución: la muerte.

MUJER..-(Volviéndose lentamente y como soñando.) 
Duérmete clavel, que el caballo se pone a beber. 
Por último veremos el símbolo de la luna, que para mi es uno de los más importantes, ya que es el único que se convierte en personaje en el acto tercero. La luna rige destrucción y muerte y nadie puede escapar de ella, ni siquiera los amantes que huyen, que son encontrados por su luz y su brillo:

LUNA.- 
Cisne redondo en el río, 
ojo de las catedrales, 
alba fingida en las hojas 
soy; ¡no podrán escaparse! 
¿Quién se oculta? ¿Quién solloza 
por la maleza del valle? 
La luna deja un cuchillo 
abandonado en el aire, 
que siendo acecho de plomo 
quiere ser dolor de sangre. 
¡Dejadme entrar! ¡Vengo helada 
por paredes y cristales!
[...]

Satanismo en Don Álvaro

En esta ocasión analizaremos la jornada V. Durante esta jornada podemos ver como don Álvaro también se hace pasar por otra persona, en este caso se convierte en el padre Rafael del convento de los Ángeles.
Pero, ¿cómo puede hacerse pasar por un fraile, que tienen una vida muy sencilla y tranquila, alguien con tanta agresividad?

Evidentemente, no pasa tan desapercibido como él creía, pues ya el hermano Melitón sospecha de don Álvaro:

H. MELITÓN: Ya, eso sí... Pero, la verdad, siempre que lo miro me acuerdo de aquello que V. Rma. nos ha contado muchas veces, y también se nos ha leído en el refectorio, de cuando se hizo fraile de nuestra orden el demonio, y que estuvo allá en un convento algunos meses. Y se me ocurre si el P. Rafael será alguna cosa así... pues tiene unos repentes, una fuerza, y un mirar de ojos...

Sin embargo, no será hasta que aparezca don Alfonso, quién será el que consiga enfurecer a don Álvaro de tal manera, cuando revele quien realmente es.
Aunque al principio don Álvaro aguanta todo tipo de acusaciones por parte de don Alfonso, llega un momento en el que le toca lo que para el protagonista no puede ser ni mencionado por sus enemigos: su honor. Sin embargo, ante el resto de acusaciones don Álvaro se arrodilla ante don Alfonso para demostrarle que no le va a seguir el juego porque ya es un hombre nuevo, pero este hecho hace que don Alfonso hiera el honor de don Álvaro, lo que se convierte en el detonante para que este último recupere su energía y saque su furia a escena, lo que hace que las sospechas del hermano Melitón sean ciertas:

(Furioso y recobrando toda su energía)
D. ÁLVARO. ¿Qué hiciste? ¡¡¡insensato!!!
ya tu sentencia es segura:
hora es de muerte, de muerte.
El infierno me confunda.
[...]
H. MELITÓN. (Abriendo la puerta.) ¿Va el padre a Hornachuelos?
DON ÁLVARO. (Saliendo con don Alfonso.) Voy al infierno.
(Queda el H. MELITÓN asustado.)
H. MELITÓN. ¡Al infierno!... ¡buen viaje!
También que era del infierno
dijo, para mi gobierno,
aquel nuevo personaje.
¡Jesús, y qué caras tan!...
Me temo que mis sospechas
han de quedar satisfechas.

Para el hermano Melitón, ambos caballeros están endemoniados, ya que ambos tienen sentimientos negativos tales como la ira, la furia y las ansias de matar. Pero en la escena X es cuando el rasgo endemoniado de don Alfonso incrementa, ya que decide matar a su hermana Leonor a sangre fría cuando esta decide ir a abrazarlo:

DOÑA LEONOR.(Precipitándose en los brazos de su hermano.)
¡Hermano mío!... ¡Alfonso!
DON ALFONSO. (Hace un esfuerzo, saca un puñal, y hiere de muerte a
Leonor.) Toma, causa de tantos desastres, recibe el
premio de tu deshonra... Muero vengado. (Muere.)

La última escena de la obra, representa el suicidio de don Álvaro al borde de un precipicio, al darse cuenta de que jamás podrá estar con su amada. También, los sucesos que le han ido ocurrido le han vuelto loco, por tanto es algo a tener en cuenta. Al igual que en la escena X vemos acentuado el rasgo endemoniado en don Alfonso, aquí, gracias a las acotaciones y a sus propias palabras, vemos los rasgos endemoniados de don Álvaro:

P. GUARDIÁN. ¡Padre Rafael!
DON ÁLVARO. (Desde un risco, con sonrisa diabólica, todo convulso,
dice:) Busca, imbécil, al P. Rafael... Yo soy un enviado
del infierno, soy el demonio exterminador... Huid,
miserables.
TODOS. ¡Jesús, Jesús!
DON ÁLVARO. Infierno, abre tu boca y trágame. Húndase el cielo,
perezca la raza humana; exterminio, destrucción... (Sube
a lo más alto del monte y se precipita.)

lunes, 12 de mayo de 2014

La Verdadera Identidad de Don Fadrique

Esta vez analizaremos como descubre don Carlos cual es la verdadera identidad de don Fadrique de Herreros.
Hay que recordar que Don Carlos es el hermano de Leonor y que él está buscando al asesino de su padre. Cuando están luchando don Carlos y don Álvaro en Italia, a don Carlos intentan herirlo. Sin embargo don Álvaro lo salva y le hieren a él. Rápidamente, don Carlos intenta pedir ayuda médica. Don Carlos se siente muy agradecido con don Álvaro y cuando le pregunta por su nombre él le responde que "don Fadrique de Herreros". Sin embargo, don Álvaro cuando está agonizando porque cree que va a morir, dice algo que empieza a hacer sospechar a Don Carlos de quién es realmente:

          D. CARLOS. 

No digáis tal, don Fadrique,
cuando tan vano me encuentro
de que salvaros la vida
me haya concedido el cielo.
          D. ÁLVARO. 
¡Ay don Félix de Avendaña,
qué grande mal me habéis hecho!

Don  Carlos comienza a dudar y a sospechar que quien le había salvado la vida y consideraba su amigo, en realidad podría ser el asesino de su padre. Antes de desmayarse, don Álvaro le había pedido a don Carlos que se deshiciera de una caja que había en su maleta, pero sin abrirla, aunque la sospecha de don Carlos era tan grande que tenía que saber quién era don Fadrique de Herreros realmente, por tanto abrió la caja y sus sospechas fueron confirmadas cuando vio una foto de su hermana Leonor:


¡Cielos!.. no... no me engañé,

esta es mi hermana Leonor...
¿para qué prueba mayor?...
Con la más clara encontré.
Ya está todo averiguado;
don Álvaro es el herido.

Cuando descubre la verdadera identidad de don Álvaro, el mismo don Carlos le pide al cirujano que le salve la vida, que él mismo quiere acabar con su vida y no una bala. Finalmente, don Álvaro se salva y ambos se baten en duelo, en el que al final cae Don Carlos.


La venganza, el honor y la muerte son temas muy presentes durante toda la obra de Don Álvaro o la fuerza del sino. Sin embargo, nadie se sale con la suya, el único victorioso de la obra es el destino. Ya que don Álvaro y Leonor nunca llegan a estar juntos. Aunque en este momento el tema que nos ocupa es el de ocultar la verdadera identidad, otro tema que está presente en la obra en varios momentos y que es típico del Romanticismo. El objetivo de que los personajes escondan su identidad no es otro que el de conseguir su propio propósito.

Monólogo de Don Álvaro

La escena que vamos a comentar hoy es la escena III de la jornada tercera de Don Álvaro o la fuerza del sino, más concretamente el monólogo que ocupa casi toda la escena.

Este monólogo nos muestra el daño que está haciendo el paso del tiempo en don Álvaro, ya que está lleno de un lenguaje oscuro, triste y con connotaciones negativas. A este sentimiento de desdicha, se le une el paisaje lúgubre de una selva de noche, que invita a la reflexión. También tenemos que tener en cuenta que el estilo de escritura es el verso, ya que da más dramatismo a esta parte, porque como he mencionado anteriormente, don Álvaro está cansado de vivir:

¡Qué eternidad tan horrible
la breve vida! ¡Este mundo
qué calabozo profundo,
para el hombre desdichado
a quien mira el cielo airado
con su ceño furibundo!

Nada más comenzar, don Álvaro que está cansado ya de la vida y tiene ganas de que termine porque no puede estar con su amada Leonor, hace referencia a que quien tiene ganas de vivir, muere pronto, mientras que quien tiene ganas de morir, vive muchísimo:


Parece, sí, que a medida
que es más dura y más amarga,
más extiende, más alarga
el destino nuestra vida.


El destino de don Álvaro parece estar escrito. Este lamento nos recuerda a otro soliloquio de Segismundo en La Vida es Sueño de Calderón de la Barca. Aquí, el protagonista también hace reflexión sobre la vida y el destino, pero a diferencia de don Álvaro, Segismundo si consigue vencer al destino, mientras que don Álvaro no consigue disfrutar de la compañía de su amada Leonor.

En el monólogo, don Álvaro hace referencia a Sevilla, su ciudad, en la que era feliz hasta que mató sin querer al padre de Leonor y ya todo se vino abajo:


¡¡¡Sevilla!!! ¡¡¡Guadalquivir!!!
¡Cuál atormentáis mi mente!...
¡Noche en que vi de repente
mis breves dichas huir!...


El monólogo termina claramente con la idea de suicidio, don Álvaro no puede más y lo que quiere es terminar con este pesar lo antes posible:

Si el mundo colma de honores
al que mata a su enemigo,
el que lo lleva consigo
¿por qué no puede?...